Un año más está por finalizar en nuestras vidas y siempre culmina con lo que considero que es la época más bonita y esperada por todos que es la Navidad y celebración de un año nuevo, pero con el fin del año 2024, llega el momento inevitable de reflexión: ¿Qué hemos logrado este año? Cada diciembre, el tiempo parece apremiarnos, invitándonos a mirar hacia atrás para evaluar los momentos que nos definieron y las lecciones que aprendimos. Más allá de los éxitos o fracasos, está la oportunidad de transformar nuestras experiencias en cimientos sólidos para construir un mejor futuro.
Como cualquier otro año, este 2024 que pronto finalizará estuvo lleno de retos y oportunidades, aciertos y desaciertos, alegrías y tristezas. Algunos alcanzamos metas importantes, como crecer profesionalmente, completar proyectos, fortalecer relaciones interpersonales o mejorar nuestra salud. Otros, quizá, nos enfrentamos a dificultades y contratiempos que nos hicieron cuestionar nuestros métodos o prioridades en la vida en ese preciso momento. Sin embargo, lo valioso de este ejercicio no es sólo contabilizar logros, sino identificar áreas de mejora y siempre ver la mejora continua como un regalo para crecer.
Por tanto, siempre es bueno hacer el ejercicio de establecer propósitos para el 2025: yo le llamaría “Metas con sentido”; es decir, el inicio de un nuevo año nos llena de esperanza y motivación, pero el verdadero desafío está en establecer propósitos que nos sea posible cumplir. Más que una lista interminable de deseos, es fundamental priorizar aquellas metas que realmente resuenen con nuestras aspiraciones y valores.
En esta ocasión he considerado algunos propósitos: cuidar nuestra salud mental y física, el 2024 probablemente nos recordó la importancia de priorizar nuestro bienestar. Para el 2025, podrían implementarse pequeños hábitos como la meditación, la actividad física regular y una alimentación balanceada, esto puede marcar una gran diferencia a corto mediano y largo plazo.
Invertir en el crecimiento personal y profesional: aprender algo nuevo, puede ser un idioma, una habilidad técnica o incluso leer más, esto puede abrirnos puertas inesperadas. El compromiso con el aprendizaje continuo es una inversión que siempre rinde frutos.
Fortalecer nuestras relaciones con los demás: esto puede ser con familiares, amigos o colegas, las relaciones sólidas son pilares de apoyo en los momentos más difíciles. Es importante escuchar más, empatizar y compartir tiempo de calidad con la familia, estos son propósitos que enriquecen nuestras vidas.
Contribuir al bienestar social: participar en causas que beneficien a nuestras comunidades, como el voluntariado, también puede ser una meta significativa para el próximo año, es importante no dejar esto atrás, esta puede ser la oportunidad de contribuir con la sociedad y nuestra comunidad.
Por tanto, como reflexión final considero que el 2025 no será perfecto; sin embargo, podemos decidir cómo enfrentarlo. Cada día será una nueva oportunidad para dar pasos hacia las metas que hoy soñamos. El pasado nos enseña, pero no nos define; el futuro es incierto, pero está lleno de posibilidades.
Cerremos este 2024 con gratitud por lo vivido, agradecerle a un ser supremo si es nuestra creencia por un año que culmina y recibir el 2025 con la convicción de que con esfuerzo y determinación, los propósitos que hoy trazamos se convertirán en realidad. Como dijo alguna vez el escritor Lewis Carroll: “Comienza por el principio y sigue hasta llegar al final; entonces, detente”. ¡Hagamos del próximo año uno memorable!
Escrito por: Milton Francisco Herrador Vargas, Doctor en Medicina y Máster en Salud Pública
Docente de la Escuela de Medicina de la Universidad Autónoma de Santa Ana, UNASA.
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